martes, 29 de marzo de 2011

Educación en Ciencias: Dinámica de Fuerzas

Después del terremoto del 27 de febrero, me comuniqué con mi familia en Chile. Mi mamá me contó que mi sobrino, de tres años entonces, estaba un poco asustado aún, y no quería subir al segundo piso de la casa en donde vive. Según él "ahí estaba el terremoto." Supongo que muchos de los que interactúan con "loc@s bajit@s" deben estar llenos de historias como ésta, donde la imaginación motivada por la experiencia se asume como el conocimiento, que es central en dirigir nuestras acciones. Puede parecer incluso irracional, pero lo cierto es que presenta grandes ventajas para poder proveer de acceso a l@s niñ@s al conocimiento organizado de las ciencias, y muchas similitudes también.

El localizar un terremoto en el lugar de la experiencia en que ocurre no es tan alejado de lo que hacen los científicos. Tampoco lo está el hecho de que los terremotos sean tratados como entidades u objetos de estudio, que es justamente lo que define a la sismología como disciplina científica. Me atrevería a decir, incluso, que gran parte del conocimiento en ciencia está basado en historias como ésta que cuenta mi sobrino, y que forman parte de las formas en que contextualizamos el mundo abstracto de las teorías científicas.
Sustento mi argumento en base a lo que se en linguística se llama dinámica de fuerzas. Básicamente, la dinámica de fuerzas es una categoría de significado, o más bien, una forma de expresarse que implica la ubicación de actores, agentes y antagonistas, en torno a relaciones de fuerza. Estas expresiones esconden nociones de cualidad, cantidad, y causalidad que luego son utilizadas para formar conceptos científicos. Son también originadas en la experiencia física y cultural, y su interpretación abstracta mediante historias o narrativas. En la historia acá mencionada, el terremoto como entidad puede ser descrito cualitativamente como el movimiento, puede ser descrito cuantitativamente mediante escalas groseras (fuerte, no tanto, despacio), y puede ser descrito como un antagonista que causa algo (miedo, destrucción). Esa narrativa, vívida y experiencial, lleva a mi sobrino de 3 años a evitar "acercarse" al lugar donde se puede encontrar el terremoto. En la narrativa de mi sobrino, el terremoto podría ser una persona que se ubica en un lugar determinado y que es capaz de mover ese lugar, que puede ser grande para moverlo con más intensidad, y que le causa miedo.
En sismología, a modo grueso, los científicos hacen lo mismo, pero usando modelos que ya sea describen o explican ese comportamiento. La entidad terremoto no está personalizada o antropomorfizada, sino que es un fenómeno (los seísmos), pero sigue siendo localizada, caracterizada, cuantificada, y asignada una causalidad sobre otros agentes. Por ejemplo, ellos hablan de que el terremoto en las costas de Japón, de magnitud 9.1, causó un tsunami que destruyó la infraestructura de la isla, o que desplazó el eje de la Tierra en X grados. Otros ejemplos en ciencia hablan, por ejemplo de que las presiones del ambiente causaron modificaciones genéticas de adaptación de las especies.
Lo interesante de todo esto es que en general las narrativas o las formas del lenguage tienden a mostrarse como separadas en la ciencia escolar e incluso son vistas como formas accesorias a las descripciones matemáticas de las teorías científicas. Tal vez buscando lo que une a la ciencia con otras actividades sociales y culturales, particularmente el lenguage, podríamos pensar en otorgar más acceso al poderoso mundo organizativo de las ciencias.

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