jueves, 23 de septiembre de 2010

El Porque SI a los Liceos de Excelencia

A riesgo de que me tilden de piñerista-lavinista (que no soy de ninguna forma), o simplista vendido a la derecha, me lanzaré igual a la apología de los liceos de excelencia en este particular periodo político de avance neoliberal.
Lo interesante de la historia es que se escribe retrospectivamente, y en esa retrospectiva las intenciones de quiénes impulsan proyectos e iniciativas se pierden en lo que ocurre después los actores reaccionan ante la iniciativa. No he visto a nadie que escriba el futuro sin que sea ficción, y aunque eso muchas veces guíe la imaginación y creatividad del presente, eso no significa que el futuro esté escrito como la historia. Creo que los críticos de los liceos de excelencia han caído, informadamente, en intentar escribir la historia del futuro, atribuyéndole a los liceos una subvaloración y sobrevaloración (que en realidad es reflejo de lo que hace el gobierno) respecto de su impacto social. Si bien comparto que es una forma simplista de enfrentar la política educacional, no creo que este proyecto en particular merezca la energía que se gasta en los ataques de la oposición.

Los actuales liceos de excelencia se han constituído en la tradición de la educación pública que otorgó poder a las clases medias, que luego pasaron a formar parte de la estructura de poder del aparato estatal. A ello se suma que sus egresados son los que probablemente forman el cuerpo profesional que define la excelencia, ya sea desde influir en lo que se pregunta en la PSU, o en las estructuras formales de la educación chilena. Hoy ese grupo de liceos de excelencia representa una isla del espacio público en que se permite la convergencia de varias clases sociales y grupos geográficos, mediante procesos de selección en que lo que solo importa que se hayan sorteado las trabas académicas de escuelas de letra y número y colegios subvencionados y privados.
Con la actual segregación espacial-urbana y socioeconómica de Chile, los liceos de excelencia representan lo menos pervertido y segregado en términos de espacio público, a pesar de los cuestionamientos a los procesos que permiten acceder a ellos, como son la selección académica. En liceos públicos de excelencia es aun posible encontrar diversidad de personas que viven en lugares completamente alejados y diferentes, pero que pueden compartir lazos de amistad y compañerismo.
La excelencia en Chile, a pesar del mercado, no ha podido ser construida mediáticamente en plenitud. Existen procesos sociales invisibles en que se valora y transmite el academicismo en lo cotidiano. No es tan difícil, por ejemplo, encontrar empresas que privilegien el contrato de egresados de universidades y colegios escogidos por ellos, y no sólo por un tema de que se atengan a la tradición histórica, sino porque es posible que los empleadores hayan tenido la posibilidad de comparar diversos desempeños de egresados de diversos lugares.
El academicismo de las universidades tradicionales, particularmente la Universidad de Chile, permite la construcción del calificativo de "excelente" hacia los colegios y liceos, y no es que sea un proceso autoreferente por completo, sino que se construye como calificativo hacia "otros" basados en la distribución de los resultados de sus estudiantes en pruebas estandarizadas como la PSU. La excelencia, entonces, es aún transmitida mediante experiencias concretas, y no mediante los medios o construcciones abstractas del marketing. La posibilidad de calificar la excelencia a los egresados de enseñanza media es una posición de muchísimo poder, y he allí que otros actores le disputen esa posición a la Universidad de Chile.
Por otro lado, son los liceos de excelencia los que en una medida u otra representan una oportunidad real a la educación superior para muchísimas familias que de otra forma no podrían estimular el avance académico de sus hijos e hijas, o ese proceso sería muy costoso. Los liceos de excelencia representan uno de los pocos espacios públicos en donde lo que importa es el desempeño académico, y no solo el apellido o los recursos económicos de la familia. A pesar de su estructura de disciplina rígida, son estos espacios los que han otorgado crecientemente las oportunidades a miles de jóvenes, y son muchísimos también los que han quedado fuera de acceder a esas oportunidades.
El proyecto del gobierno de crear liceos de excelencia, peca a veces de no entender la tradición de los que hoy forman ese grupo, pero ese mismo pecado (si nos ponemos religiosos) puede tener variados productos. Por ejemplo, y acá escribo ficción histórica, que las familias de los estudiantes que no son seleccionados en los actuales liceos de excelencia pueden tener la oportunidad de acceder a estos nuevos. No veo en ello nada de malo si es que los liceos siguen la definición de "excelentes" que permite el acceso de las familias sin recursos a la educación superior de élite. En otro ejemplo, puede ser que el gobierno (o el que lo suceda) pueda mostrar que esos liceos si funcionan, y de esa forma contribuir a entender nuevos procesos de intervención para efectivamente otorgar más oportunidades. Un tercer ejemplo puede que todo falle, y que el gobierno no pueda mostrarlo como una política exitosa. Ello mostraría, a nivel político y simbólico, que un gobierno no puede construir solo mediáticamente la excelencia, y también sería una valiosa experiencia para evaluar en sus méritos locales, por ejemplo ¿cómo es la experiencia de los profesores y la comunidad de los liceos de excelencia?
Algunos críticos de los liceos de excelencia de Piñera dicen que el impacto será sólo a unos pocos, y ello le quita valor de política pública. Otros dirán que otras políticas son más eficientes para permitir acceso a educación superior y que dependen de las universidades. Por ejemplo el bonificar el puntaje de acuerdo al ranking de egreso y el tipo de escuela de egreso. Otros dicen que mantiene los mecanismos de discriminación en la educación.
Yo me la juego por que, sólo en este tema y por la particularidad del escenario político actual, dejemos a Lavín tratar de hacerlo y miremos la experiencia desde cerca y aprendamos de ella. Por cierto, eso no nos transforma en Piñeristas ni derechistas. Yo no creo que estos liceos le hagan daño al espacio público como si lo hace la implementación de otras políticas en el área educativa. Y además, tampoco creo que la oposición al gobierno tenga una hoja de ruta tan clara para enfrentar el poder hegemónico de los neoliberales hoy en Chile.
A veces, los más pequeños eventos en la historia tienen consecuencias insospechadas y muy alejadas de las intenciones de sus protagonistas. Yo creo que esta es una oportunidad de ver qué pasa con esta historia, sin agitarla ni escribirla antes de tiempo. Puede ser que al final no sea ninguna de las que imaginamos. Esto (este particular proyecto de colegios de excelencia) es algo que puede convertirse en una pequeña ganada del espacio público en un gobierno que busca destruirlo por todos lados. Sigamos trabajando en lo que hacemos, pero veamos esto con ganas de aprender críticamente, y no destruir ciegamente (aunque si haya que hacerlo con otros proyectos, como los semáforos SIMCE).
(Publicada en http://www.elquintopoder.cl/fdd/web/educacion/opinion/-/blogs/el-porque-si-a-los-liceos-de-excelencia)

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