1. Sobre la figura Moderna y Post-Moderna del
Héroe
Ya he dicho antes que pareciera
que el individualismo es un invento occidental. El individualismo parece
estructurar nuestros deseos de poner la historia debajo de la mesa para asumir
por uno mismo las riendas de la vida propia y la de los demás. Creo, además,
que es el individualismo el que crea superhéroes. Quizá por eso es que han
triunfado tanto en la cultura popular de nuestras democracias liberales.
Las historias de los superhéroes están cruzadas con la de los
supervillanos. Las acciones de los superhéroes, siempre buenas, han sido en
respuesta a las acciones, siempre malas, de los supervillanos. Eso hasta ahora.
La postmodernidad capitalista nos muestra que los superhéroes pueden (y deben)
ejecutar acciones malas para seguir combatiendo al supervillano. Pero como
es difícil llegar y justificar contradicciones flagrantes, lo que se necesita
es cambiar la cultura popular y de masas que le da vida al superhéroe (o sea,
consume sus historias). Y para eso está la televisión y el cine.
Más allá de entender los orígenes
históricos de los superhéroes, lo que quiero es enfocarme en los orígenes
psicológicos. Quizá, y esto es una hipótesis, se trata de que el individualismo
lleva a las personas a sentirse “especiales” en el mundo, y para ello es
necesario que una parte de su historia sea reconocida como única. Así es como
los murciélagos pusieron a un niño rico a convertirse en Batman, o como el
choque de un asteroide trajo consigo a un bebé que luego sería Superman. Claro,
cada persona puede encontrarse en sí misma con algo único en su historia
personal, y ello es alimentado por la cultura popular de masas. Pero ser
superhéroe en el sentido moderno tiene que ver no solo con ese efecto de
sentirse único, sino con las consecuencias que ello tiene y la altura moral que
se decide a adscribir. O sea, Batman combate el crimen en ciudad gótica, pero
el crimen tiene siempre un supervillano, alguien cuyo cuerpo y moral debe ser combatido
mediante las consecuencias de ser súper especial. No hay que obviar que una de
las consecuencias de ser súper especial es tener súper poderes. Se asume que
los superhéroes, al tener súper poderes tienen grandes responsabilidades (como
diría Sheldon Cooper).
Por lo tanto, lo que hay detrás de todo nuevo superhéroe es la
construcción de un relato social en que el ser “especial,” sentirse “único/única,”
y las consecuencias de ello (mayor altura moral y superpoderes) significan la
centralidad que justifica las acciones del individualismo. Con la
globalización, el relato tenía que ser mantenido para ajustarse a las
necesidades de la dominación imperialista. Un ejemplo de ello es la serie Heroes. En ella, los
personajes son todas personas especiales afectadas por algún evento de su
historia personal que les otorga un tipo de superpoder. Una de las
características fascinantes de este grupo de héroes y heroínas es que el grado
de altura moral es variable. Esto implica necesariamente una especie de
conflicto entre ser superhéroe/superheroína o supervillano/a. También muestra
un nuevo componente del comportamiento del superhéroe post-moderno. Esto es que
el foco de la serie es en las acciones y su justificación contextual más que en
el juicio sobre si son buenas o malas acciones. Es decir, uno no puede juzgar
siempre si lo que hacen los “individuos especiales” con la misma vara con que
Batman o Superman actúan, pues estos individuos pasan de ser villanos a ser héroes/heroínas
con mucho dinamismo.
¿En qué se traduce políticamente este giro de la concepción del héroe? Creo
que tiene que ver con asumir que los héroes ejecutan acciones que difícilmente
podrían ser encasilladas dentro de la dicotomía “bueno” - “malo.” Es hacer más fluidas las
concepciones de moral en la sociedad, de lo que es aceptable o no hacer, pero
no dudar de que el superhéroe sea bueno. No es novedad que se inventen
superhéroes, como lo hacen con los soldados gringos que invaden Irak o
Afganistán, luego de que los supervillanos para occidente (Osama Bin Laden y
Sadam Hussein) les dieran razones a los políticos para actuar en nombre del
bien. Pero el bien se construye en base
a las malas acciones del villano, y no en base a las bondades irrestrictas del
apego legalista del superhéroe. Así se pueden mantener cárceles ilegales, como
Guantánamo, pero también se puede hacer una guerra interminable una vez que los
villanos son asesinados. Y por tanto, el superhéroe ya no se define en su forma
de ética individual que es consecuencia de un hecho especial en su vida y su
altura moral, sino que se hace en función de los “otros”, los “malos” y sus
acciones. Así, el héroe/heroína será juzgado por cuánto daño le hizo a las
acciones de los malos, y no por las tremendas contradicciones que implica el
ejercicio del poder “especial” sobre otros cuando se busca el “bien”. En el
fondo, esta nueva construcción de superhéroe es la construcción de la justificación
de cualquier abuso.
2. ¿Superhéroes en Educación?
El nuevo relato del superhéroe permite a la vez no solo
individualizarlo en una persona sino que se puede armar como concepto. Las
y los lingüistas cognitivos explican esto con las ideas de abstracción metafórica
y metonomia. Esto es, la
capacidad que tenemos, como humanos, de nombrar algo, aislarlo y actuar (o
buscar acciones) contra ese algo, aun cuando no tenga una expresión material. Por
ejemplo, la teoría y la política monetarista/neoliberal han transformado el
control del valor de las monedas (una entidad inventada) en un superhéroe que combate
la inflación (un villano también inventado como entidad). Por supuesto, queda
claro que existe una mayor altura moral en controlar el valor de las monedas
que en, por ejemplo, proteger el empleo de las personas. Otros ejemplos de
villanos inventados y usados en la retórica política actual son las guerras a
conceptos o ideas: guerra al comunismo, guerra al capital, guerra a la pobreza,
guerra al analfabetismo, guerra al terrorismo, entre otras tantas guerras a los
-ismos. Lo que implica la masificación del uso de “supervillanos conceptuales”
es que las guerras son interminables, pues no hay materialidad ni individuo que
al no existir más pueda mostrar el cumplimiento del objetivo final (o el
término de la guerra). Asimismo, los héroes y los villanos son también
interminables, y mucho más difíciles de ubicar en el mapa de la política, haciendo
que ésta sea más cerrada a las personas.
Pues bien, en educación esos relatos de superhéroes se expresan de
igual manera. Los superhéroes son conceptos, y los supervillanos también. Un
ejemplo, con un afortunado título, es el documental norteamericano “Esperando a Superman.” En
éste se hace básicamente una defensa al modelo corporativista de educación, que
en Chile ha triunfado gracias al experimento neoliberal de la educación
subvencionada, el complejo
industrial educativo y el crédito
con aval del Estado. En el documental los héroes son la subvención a las
escuelas y colegios (charters en
gringomapu) y las políticas “innovadores” que se atreven a hacer “cambios
dolorosos” para que haya calidad independiente del tipo de educación. Los
villanos son la sindicalización de profesores y las políticas que buscan seguir
viviendo en el “pasado” (es decir, con educación pública). Por supuesto, las
víctimas son siempre los niños y niñas que quieren buena educación, pero que
las escuelas públicas no les dan y las escuelas privatizadas-con-fondos-públicos
si les dan, pero a muy pocos. La guerra es por ganarles a otros países en
pruebas estandarizadas. Por ser “los mejores.” Superman, quien los va a salvar
de esta caída moral que es tener puntajes más bajos en una prueba que el resto
del mundo, tiene forma de corporación privada que tiene que ser financiada por
el Estado. ¿Les suena conocido? Pues sí, en
gringomapu, al no poder armar dictaduras, tuvieron que trabajar más para poder
implementar poco a poco el neoliberalismo. Por eso se genera cultura dominante,
y se lo hace sobre la base de otros estereotipos culturales. Los superhéroes
post-modernos son valóricamente maleables y son materialmente difíciles de
encontrar. Son superhéroes conceptuales, lo mismo que los supervillanos.
En Chile hay variadas versiones educacionales
de los superhéroes y supervillanos conceptuales. Uno de ellos es la educación
de calidad, un superhéroe que nadie sabe como se ve. También hay supervillanos,
como el lucro, que tampoco sabemos cómo se ve. Pero algunos si son personificados injusta o justamente, como por
ejemplo, los superhéroes-sostenedores de colegios, o los supervillanos-profesores-malos-sindicalizados.
Esta confusión muchas veces nos hace perder el
norte sobre qué es lo que buscamos con nuestra educación nacional, y atribuimos
a individuos las consecuencias y responsabilidades de un sistema. Por ello, no creo que superhéroes o supervillanos
conceptuales sean útiles para abordar estos problemas sistémicos. Así, tampoco creo
en superhéroes o supervillanos materializados o personificados. Lo que hay son
relatos, historias que confluyen en la búsqueda de la felicidad. Cuando
confluyen son un colectivo que busca una expresión política. No es útil esperar
un superhéroe o buscarlo en sí mismos. Lo que sí hay que buscar son canales
para influir en lo que determina la forma de vivir. Lo difícil es que ello se
transforme en un producto cultural que le pueda hacer el peso al que hoy
permite a otros decidir eso. Ya veremos que se inventa en el camino. Pero por
lo pronto, cuestiónese si usted espera un superhéroe, o si se cree uno. La
historia es más grande que los individuos.
La idea de super héroe relacionado con el individualismo: personalmente creo que no todo lo que apunte al individuo es parte de un ¨capitalismo post-moderno¨ sino más bien anclado a esquemas (bastante) modernos como proceso de ¨individuación¨ y surgimiento de la idea de ¨proyecto individual¨. La preocupación de algunos sociólogos es el enlace de este proceso de individuación con fines colectivos. Ejemplo, la idea de movilidad social ha girado en torno a esta ¨promesa de la modernidad¨. Otro ejemplo es que se observa criticamente la emergencia de los gurús de la psicología para la autoayuda, ¨couching¨ y cuanto dispositivo de empoderamiento personal que sí ¨ponen la Historia bajo la mesa¨ para relevar ¨mi historia¨totalmente aislada e incluso disgregada.
ResponderEliminarCreo que la visión heroica como relato épico de la historia es muy fuerte dentro de lo que podríamos llamar ¨cultura de izquierda¨. Los super héroes, especialmente aquellas autoridades carismáticas (Weber) sustentaron un metarelato de dualidad. El problema que este esuqema dual cae, se produce una anomia incluso entre aquellos que nos creemos seres politizados. Lo sagrado y lo profano se diluyen para dar paso a la proliferación de nuevos clanes en torno a su propia definición de esta dicotomía.
Los héroes cumplen una función antropológica potente. No sólo porque son arquetípicos, sino porque son totémicos, pero no en animales sino en personas. (Bueno, talvez por eso no debería lamarlo totémico) Pero me confundo cuando se lleva los supèr heroes a los conceptos sólo para evidenciar la lógica dualista (bien y mal) porque se pierde su aspecto de encarnación, a menos que la metáfora cumpla esa función al menos en el plano cognitivo.
Siguiendo con superhéroes, Batman es uno de la modernidad, que surge como tal por méritos propios (entrenamiento y constancia) más que elementos mágicos como en los otros. Ah bueno, además el bacán tenía mucha plata. Interesante respecto a qué tipo de poderes son los que usan nuestros superheroes reales.
No creo que el individualismo sea un invento de la post modernidad o de sus teóricos, lo que ellos han hecho es tratar de evidenciar la caída de referentes externos y totales (metarelatos) dejando por consecuencia al individuo al desnudo. Bueno pero ese es otro rollo.
No conozco la serie gringa aludida. El documental tampoco pero ese sí me interesa.
Saludos,